“Todos los que fui” es el primer libro de Claudio Mastrangelo, con veintidós cuentos cortos en los que la realidad y la fantasía se confunden y se entrelazan en un juego de espejos que nos interpela.
Su estilo narrativo guarda influencias de autores clásicos de la literatura fantástica argentina, como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Abelardo Castillo o Adolfo Bioy Casares.
Nuestro autor, por suerte, nos aliviana la carga, y el humor –sutil, sarcástico– atraviesa sus textos como una marca que lo distingue. Hago hincapié en este punto, quizás porque de alguna manera me siento identificado: que nada sea lo que parece y que nada parezca lo que es no deja de ser tan dramático como gracioso. Y esa paradoja –eterna, universal– es la que alimenta la búsqueda de todo navegante. La solemnidad de tanta grandilocuencia vacía se derrumba como un castillo de naipes cuando la sonrisa sorprende al lector.
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