Pocas veces se sabe el por qué. Por qué uno comienza algo tan complejo y vasto. Los motivos que lo transportan a ese incierto momento de decisión en que sabe que debe hacerlo. Que otro no lo haría. Que será muy tarde para empezar a recordar.
Fue así que sin ninguna noción de gramática o sintaxis, sin siquiera estar convencido de por dónde comenzar, es que empecé. Mi familia.
No hubo modo (ni tengo) y no por falta de ganas, de hilvanar una crónica íntima mas completa. Solo el intento de dar un testimonio de una época y sus circunstancias que acompañaron los sucesos o, en todo caso, de retazos de recuerdos como sagas trasmitidas de vidas, tan presentes como pasadas.
Sin juzgar. Solo mostrar. Tratar de correr, en parte, ese pesado velo de un antaño muchas veces cruel, otras esperanzador, ante un futuro tan desconcertante.
Son mis ancestros, la mayoría no conocidos, pero hermanados por el tiempo impiadoso que tuvieron que transitar, los que iluminan estas páginas.
Este no es más que un humilde homenaje a todos ellos y, de servir para que no caigan en la bruma del olvido y contribuya a darlos a conocer, tan siquiera, estaré más que satisfecho.
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