Libros

La palabra tiene por propósito establecerse en la falla que resulta de la incansable tarea que tienen los humanos en tratar de comunicarse y entenderse. Tarea que siempre es inacabada.

Sobre esa falla, sobre esa distancia que hay entre lo que se quiere decir y lo que se escucha, transita la diferencia y la interpretación. A veces esta falla causa, provoca, incita e impulsa a que vayamos más allá de lo que entendemos y evitemos comprender. Son esos espacios donde hacemos con la pregunta. Pregunta que nos atraviesa y moviliza.

De alguna manera, este libro y sus relatos se colocan ahí mismo; en el maltendido y es donde cada uno de los protagonistas hace del encuentro con el otro una posibilidad, nunca un cierre. La palabra circula entre ellos no a modo de respuesta sino, todo lo contrario. Es la pregunta la que los moviliza y la curiosidad por lo que no está escrito. El ir más allá de lo que se quiere imponer o establecer con certeza. Es recobrar la historia para reinventarla. Hacer de ella material que con cada nueva acción y posición que se toma, moldea un nuevo sentido y potencial.

Es interesante que lo único que cambia es nuestra historia y es ese cambio lo que nos permite un futuro diferente al que estaba determinado si justamente le preguntamos a esa historia.

Quizás, la mayor valentía del libro consista en recobrar la palabra muerta y reinventarla, generando nuevos registros y modos singulares de emocionarse y sentirse vivos. Quizás, lo que circula con mayor intensidad es el deseo que habita a cada uno de los personajes y la palabra es sólo un vehículo que lo hace posible.

Como en toda ficción hay un momento mítico, un origen, situaciones que todos cuentan pero que nadie puede considerar cierta. Nacieron en ese momento en que decidieron circular y registrar lo que en cada encuentro los interroga.

De allí que todos los personajes, o la mayoría de ellos, parecen salidos de alguna crisis vital, de algún lugar que los convocó su historia y que están decididos, extraordinariamente decididos, a vivir.