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Semejante a Semprún, la autora de «Los ojos que ven» ilumina la claridad, pero lo que alumbra su linterna es muy atroz. Se trata de la lucha para encontrar humanidad en nuestro tiempo, recuperar o producir dignidad, valor vital en existencias diezmadas por la más absoluta devastación humana, cuando cuerpos infantiles y adolescentes, o aquellos que ya están en el atardecer, de ambos sexos, son violentados física y moralmente y el verdadero milagro diario de la misión de los Médicos sin Fronteras.

Mi amiga, cirujana y ginecóloga, afirma «esa vida entre tiros y barbarie no me ha dado tiempo de pensar en mí». Aquí ella describe su profunda conciencia sobre la guerra que destruye y aniquila al enemigo, a través de la fetichización brutal del cuerpo de la mujer .

Me despido de mi amiga querida mediante Baudelaire: «Le agradecen las grandes verdades que acaba de proclamar, pues han descubierto, verificador de lo inverificable, que todo lo que enunció es absolutamente verdadero, aunque, primeramente, hayan sospechado, confiesan esas buenas personas, que se podía tratar de una simple ficción».

Arnaldo Domínguez de Oliveira, psicoanalista.