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“No lo busques” es sin duda la típica historia de fogones, dedicada a poner límites a la cotidianidad.

En esta historia convergen amores, algunos plenos, otros inconclusos, miedos infantiles y no tan infantiles, problemas con la mafia, tintes diabólicos, tradiciones de campo, leyendas y mitos que se vuelven realidades.

Esta no es una historia normal inventada o imaginada en un par de retorcidas cabezas. Surge de las historias y relatos que los abuelos contaban a la familia, no solo como una forma de entretenimiento, sino para recordarnos que la vida no es solo pagar cuentas y morir. Vivimos rodeados de un mundo donde solo los espíritus sensibles lo aprecian en su totalidad.

Así comienza este libro, haciendo con ustedes lo que los mayores hacían con nosotros, mantenernos al borde de la silla. Gracias a ellos, ya no subestimamos las energías y el poder que tiene la tierra. Pueden tratarnos de escénicos, adelante, pero la vida es más emocionante, más romántica y significativa si te atreves a mirarla con los ojos del niño que dejaste olvidado, en ese último encuentro de juego con los chicos de tu barrio, de la escuela o la plaza y que paulatinamente aprisionaste con los barrotes de la razón, la cotidianeidad y la vida de adulto.

Si después de leer el título de este libro llegaste hasta acá, es porque tienes ese espíritu de buscar lo que te está prohibido. Definitivamente te identificarás con esta historia.