Separado abruptamente de su cargo por una denuncia infundada, un docente de música inicia un recorrido doloroso por los laberintos del miedo, la burocracia y el silencio. Durante once meses vive bajo sospecha, con la dignidad en pausa y el alma en vilo.
Este no es solo un relato de injusticia, sino también un testimonio de resiliencia, de amistad inquebrantable —la de Facundo Díaz— y de cómo el dolor puede transformarse en causa colectiva. A través de recuerdos, talleres, intervenciones pedagógicas y el impulso por una ley que proteja a docentes en situación similar, el autor propone mirar la escuela con ojos más humanos y justos.
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