“Mi abuela Claudia le dijo a mi mamá: ‘Tendremos que aprender a atravesar el miedo’.
¿Cómo se atraviesa el miedo? Tendría que haberle preguntado…
Si el miedo fuese como una puerta, sería mucho más fácil.
La abrís, salís, la cerrás… y listo. ¡Chau miedo!”.
Demián tiene ocho años. Él siente que esta vez, el amor de su familia no le alcanza. Tal vez sea porque hay un hecho inesperado que la atraviesa y que puede llegar a cambiarlo todo. Prefiere no preguntar, pero la espera lo angustia.
Mamá, papá, su hermanito, abuelos, tíos y amigos son los partícipes necesarios de esta historia. Ellos son personajes tan queribles como contradictorios.
También hay sustantivos que definen este relato: enojo, miedo, preocupación, dolor, lágrimas, templanza, empatía, entereza, humor, ironía y carcajadas.
Pero el verdadero protagonista es el AMOR.
Ese sentimiento maravilloso que sabe arrebatar los malos pensamientos, en complicidad con su amiga fiel: la alegría.
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