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Estos dos relatos tienen un ámbito común que es el del teatro. Resulta interesante dejar de ser espectador para colarse por entre las bambalinas y observar las vidas de esa gente que encarna personalidades disímiles. Una observación que corresponde hacer es la siguiente: se trata de un rubro muy amplio en el que la comprensión incluye la caída de los habituales prejuicios. Aunque estos seres que se visten y desvisten para ofrecernos criaturas de variada especie intenten parecerse a la gente común, no hay que engañarse. Están acostumbrados a cruzar limites que los espectadores usuales distinguen pero como en una nebulosa. Quienes entregan su cuerpo y su voz a seres que poco tienen que ver con ellos, quienes actúan como intermediarios, son depositarios de una energía considerable. Pueden canalizar la capacidad que les ha sido dada, o pueden no saber cómo utilizarla. Igualmente, su destino se tiñe de una complejidad no siempre entendida por quienes los aplauden o los silban. Tal vez algunos pasajes de estos dos relatos arrojen una leve claridad en el delicado terreno que vamos a transitar con la lectura de estos dos relatos.