Se llamaba Azul. Liliana Rafaela Maurelli
Azul era una niña por demás especial.
Con una espiritualidad a flor de piel.
Llena de sueños e imaginación.
Amaba dibujar y pintar.
En su mente de niña, le encantaba y le divertía transformar todo entorno, con los colores de su imaginación.
Pero nunca imaginaría que una pintura suya, cobraría un papel importante en un hecho triste de su vida.
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