En una época en que los abusos sexuales contra niños, niñas y adolescentes han comenzado a ser visibles, se denuncian, se habla del tema en los medios y abundan libros sobre esta problemática, la autora no ha querido escribir un texto más sobre ello, que repita conceptos ya descriptos, sino que se dirige a psicólogos clínicos y forenses con la finalidad de instruir sobre qué y cómo hacer en casos en los que se encuentren indicadores de abuso o bien una develación por parte del niño/a como víctima. Pero especialmente, dentro de un contenido eminentemente práctico, aborda la postura ética, profesional y objetiva que debe mantener el psicólogo aún cuando se trate de una cuestión tan sensible y que puede sacar de eje al experto, siendo alcanzado por discursos de época que bregan por un prejuzgamiento y no dan lugar a la investigación judicial y profesional correspondiente. Este es el espíritu de su obra, en la que la escritora nos advierte sobre las antipatías que su transmisión puede suscitar.

Su pedido particular es que lean y luego opinen, pero en base a argumentos científicos sobre sus planteos de imparcialidad.