Un vuelo que no llega a su destino, pero que será el inicio de una aventura diferente y un cambio definitivo en la vida de cada uno de los personajes de esta historia. Aquel descenso en la desolada planicie del Chaco significó una rajadura en el espacio y en el tiempo. El mundo tal como lo conocemos llega a su fin. Hay otros mundos, y el reflejo de las cosas es una de sus entradas. Hay una puerta al no ser. Se abre para que uno pueda entrar, mas puede que no se abra para todos. Para encontrar la apertura se debe ser desinteresado, y para atravesarla debe deshacerse uno de algunos apegos al mundo familiar al que tan acostumbrados estamos. Se puede dejar poco a poco o se verán obligados a dejar todo de una vez. El final es otro vuelo, esta vez a ninguna parte o a las alternativas cuánticas de la infinidad de posibles desenlaces. Es que el círculo no se cierra. Será una espiral ascendente y sus vueltas traerán secuelas.