Cuentos de Pata ancha. Hernán Cristaldo
El “Topo” nació en… ¿Nació realmente? Nadie lo sabe. No se sabe si es un ente, si es un ser, si es un alma vagabunda, un ser de luz o un ser de sombra. Sobre todo, por su color. ¿Qué es?, ¿quién es?, ¿cómo es en realidad, el “Topo”? Suponiendo que exista –y solo suponiendo– no hay indicios reales. Pero creyendo que es real, entonces suponemos que nació en Buenos Aires, República Argentina. Un país que existió en el Cono Sur hace ya mucho tiempo. Hoy se encuentra desaparecido. Presumimos que vio
la luz del sol (por primera vez) en el picantísimo condado de Ranelagh,
en la gran provincia de Buenos Aires.
Cuenta la leyenda que el “Topo” comenzó a escribir de casualidad (en plena cuarentena mientras a su alrededor todo era caos y encierro, silencio y angustia) buscando un pasatiempo que despertara su creatividad y saciara –casi como el Marqués de Sade (¿?)– su mente ahebrada, alocada, ansiosa y muy creativa.
Ha sido justamente esa creatividad la que fue In crescendo hasta transformarse
en un manojo de palabras que lo han llevado a volcar en papel todo aquello que su cerebro quiso expresar, su mente divulgar y su mano diestra traducir o descifrar.
Los Cuentos de Pata ancha son justamente eso: cuentos para leer haciendo Pata ancha. ¿Y qué es hacer Pata ancha? Lean el libro y sáquense la duda. No lo vamos a anticipar aquí. Léanlo en familia, con su pareja, con amigos, acariciando a las mascotas (o a uno mismo) pero siempre con un espejo en la mano.
¿Por qué? Seguramente se verán reflejados en muchos pasajes, descripciones, situaciones y/o lugares.
Gabriel Surachi
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