“Aun no sé determinarme si tales sucesos son ilusiones o verdades”.

Pedro Calderón de la Barca

En un sutil juego de ficción, sueños y realidades una joven camarera de bar irrumpe y comienza a cumplir distintos roles en la vida de Martín Flores, un escritor y profesor de literatura, que de pronto siente interpelada su rutina. El hombre va transfiriendo en ella la imagen mística de una musa inspiradora, un ángel protector, la reencarnación y la vuelta a una vida pasada, una “sobrina de corazón”,… o simplemente el personaje protagónico de su nueva novela. A partir de un café caliente en una rutinaria y fría mañana de invierno los hechos comienzan a suceder vertiginosamente y las imágenes del pasado y presente se interfieren anacrónicamente como instantáneas fotografías que se congelan y que el mismo protagonista califica como: “click flash de la vida que iluminan hasta el alma”. En realidad, Gabriela, no es otra cosa en la vida de Martín que una necesaria vuelta al pasado y a vidas anteriores para recomponer ciertas heridas que han quedado pendientes por entonces. Esa vuelta al pasado, genera en el escritor una incesante búsqueda en su inconsciente, en el proceso argumental de su novela, en sus sentimientos, hasta encontrar una carta que destraba el recuerdo de un hecho que lo perturbaría por años. Ese proceso de búsqueda se ve representado por la investigación de un arqueólogo que remueve los escombros de una ciudad sepultada por los siglos, y en su propia literatura por extensos diálogos o recurriendo al género epistolar donde en un ida y vuelta la historia se va recostando. Mientras tanto, ante los interrogantes que se le van presentando recurre a la ayuda de Marcela Díaz, una amiga psicóloga, también a una tarotista y a su propia historia. La psicología, la literatura, el arte, la astrología, son elementos que le sirven al autor para poner la narración en las voces de los personajes, porque de eso se trata, la historia está contada por los distintos  personajes.